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¡Otra vez llegaron malas las notas! Qué frustración, ¿¡qué podemos hacer!? Ya tenemos años en esto…
Este tipo de situaciones es algo que, lamentablemente, se vuelve demasiado familiar para muchos de nosotros. Año tras año vemos cómo las notas que traen nuestros hijos no son representativas de la inteligencia y capacidades que sabemos que tienen. Es una pena, pero muchas veces esperamos que la situación esté fuera de control para buscar ayuda, y en ocasiones, a pesar de ésta, ya es demasiado tarde y los resultados no son favorables.
Por eso, como maestra y madre, me surge la inquietud ¿Qué tan pronto debemos buscar ayuda académica para nuestros hijos? La respuesta es mucho más sencilla de lo que parece:
¡Tan pronto como veamos que llega la primera mala nota!
Si llegó esa mala nota y sabemos que no fue el resultado de una situación específica y aislada que podemos recordar, por ejemplo: se cayó y hubo que ponerle un yeso. Entonces, es justo en ese momento que llega esa nota que debemos valorar buscar apoyo y comenzar a investigar qué está sucediendo.
El primer paso es: preguntar directamente a nuestros hijos, ¿qué pasó? Algunos no tendrán la madurez para respondernos, pero muchos sí. Si ellos sienten que pueden respondernos con sinceridad, sin miedo a una reacción extrema de nuestra parte, es muy probable que nos cuenten qué sucedió. En ese momento, podemos ofrecer nuestra ayuda y dejarles saber que para una próxima ocasión cuentan con nosotros, antes de que se complique la cosa.
Si nuestro hijo(a), no sabe o no nos puede responder, entonces, procedemos a buscar ayuda. Esto puede incluir:
- Establecer rutinas y hábitos en el hogar que conlleven a un proceso sistemático de la realización de tareas y estudio para exámenes. Darle seguimiento a la realización de sus deberes.
- Pedir reuniones en el colegio con los profesores. Allí aprovechamos para recibir información sobre las conductas que pueden estar obstaculizando el proceso de aprendizaje.
- Inscribirlo en un centro de acompañamiento académico (como Sainz Tutoring) para realizar sus tareas y trabajos.
- Si además, las experiencias del año anterior no fueron favorables, sugerimos buscar ayuda desde el principio del nuevo año escolar.
Cada familia es diferente, si en la nuestra no ha funcionado que los ayudemos nosotros mismos, no tenemos que sentirnos mal por esto. El rol del profesor privado o tutor es ayudarles con sus deberes y hábitos de estudio. El rol de papá y mamá es acompañarlos en el proceso. Cuidar la relación con nuestros hijos es más importante que tratar de resolver un problema que estaría mejor en las manos de un profesional de la pedagogía.
A pesar de que todo esto queda muy claro, no es lo mismo ayudar a los chicos cuando ya están "en la cuerda floja", a mitad o a final del año, cuando ya los nervios están copados, los ánimos por el piso y la motivación en cero. Lo cual me lleva a la siguiente pregunta:
¿Por qué es importante buscar ayuda a tiempo?
- Iniciar con motivación alta y mantenerla: así nuestros hijos ven que su año comienza y continua con buenas calificaciones, motivándoles a seguir esforzándose.
- Mantener buenos promedios desde el inicio del año: de este modo, si en alguna evaluación les va mal por algún motivo, tendrán notas que les ayudará a mantener su promedio a flote.
- Tener todas sus tareas y asignaciones realizadas: si los exámenes son su debilidad, tendrán un buen promedio en las demás asignaciones en el cual apoyarse si sacan bajas calificaciones en los exámenes.
- Alcanzar la independencia académica: aprenderán buenos hábitos de estudio, y obtendrán la confianza en sí mismos para seguir adelante de manera autónoma.
- Valorar la necesidad de evaluaciones psicológicas que descarten problemas de aprendizaje: dado que el profesor particular trabaja más de cerca con sus estudiantes, este puede observar la necesidad de definir si los resultados académicos se deben a un problema conductual –como son los hábitos de estudio– o que sean de origen cognitivo o de aprendizaje, como lo son la dislexia, discalculia, disgrafía, déficit de atención con hiperactividad, lateralidad cruzada, entre otros. También se puede valorar evaluar la audición y la visión.
En este proceso de buscar ayuda es de suma importancia decidir como familia qué significa el 'éxito académico' para nosotros y para nuestros hijos. Ante todo, debemos conocer muy bien a nuestros hijos y saber cuáles son sus cualidades personales, capacidades y aptitudes, no las que nos gustaría que tengan, sino las que tienen. Así crearemos un plan de apoyo con metas realistas y congruentes con nuestro proyecto familiar y la personalidad de nuestros hijos.
Debemos siempre recordar que ningún niño quiere sacar malas notas. Una de las mayores fuentes de felicidad y buena auto-estima para nuestros hijos es saber que sus padres se sienten orgullosos de ellos. Por lo tanto, tan pronto nos veamos en esta situación debemos explorar qué está sucediendo.
Vamos a ayudarles a conseguir y usar herramientas que les permitan alcanzar su potencial con amor, aceptación y comprensión. ¡Es uno de los mejores regalos que podremos darles!
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